El pasado sábado, algo se movió en el silencio del Aeropuerto Internacional Mariano Matamoros, en Morelos. Tras años de inactividad y promesas la gobernadora Margarita González Saravia anunció el inicio de los trabajos de modernización del aeropuerto, con miras a convertirlo en sede alterna de logística rumbo al Mundial 2026.
No es un anuncio menor. Autoridades estatales y federales confirmaron una inversión conjunta de 200 millones de pesos 100 ya ejercidos para mejorar la pista, certificar operaciones y renovar instalaciones. El objetivo es claro, que el aeropuerto se sume a la red de “Aeropuertos FIFA” para apoyar los vuelos del Mundial. Esta vez no se trata solo de palabras, ya hay recursos, trabajos visibles y un calendario.
El Mariano Matamoros ha sido, por décadas, una especie de símbolo de lo que pudo ser. Un aeropuerto con todo… menos vuelos. Infraestructura lista, pero sin movimiento. Ahora, después de tanto tiempo, la pista vuelve a sonar. Y no con el rugido de un avión, sino con el eco de una posibilidad real.
No se trata de celebrar por adelantado. Pero tampoco de ignorar lo que puede significar que, por fin, el aeropuerto entre en ruta. A veces los proyectos necesitan pausa, otras veces necesitan voluntad, y muchas veces solo necesitan dejar de usarse como promesa.
México será uno de los tres países sede del Mundial 2026, y cada ciudad que logre integrarse, aunque sea en la logística, tendrá una ventana al mundo. Cuernavaca, Morelos, no es una excepción. Tener un aeropuerto en condiciones no es lujo es infraestructura para turismo, deporte, inversión, o incluso emergencia.
Lo cierto es que esta semana, Morelos vio cómo una vieja obra se desempolvaba para intentar volar. No es magia. No es milagro. Es una mezcla de oportunidad, evento internacional y necesidad logística.
Y sí, aún falta. Pero al menos, por ahora, ya no es un aeropuerto dormido.
Ya no solo espera. Ahora empieza a prepararse.